El mundo con el que a diario trabajo suele llevarme a lo material, a lo tecnológico, a los placeres irreales que nos venden y a los castillos ideológicos y ansias de tener que todos aspiramos. Breafings para trabajar con ciertas marcas, el nuevo producto de Apple, la nueva película alternativa, el fútbol, la subida de las acciones o las cuotas de la hipoteca son cosas que nos despistan del valor humano real: disfrutar de los placeres cotidianos de la vida.
Para mí, la vida es aprender de cada instante, vivirlo sin esperar el futuro y saborear cada alegría y tristeza. Preparar una buena comida, despertarse al lado de tu pareja y verla dormir, bañar a tu hijo o reír con los que quieres es algo que a veces damos por sentado que nos pertenece eternamente, pero en realidad es a lo que más podemos aspirar como seres humanos. No somos máquinas, ni somos lo que tenemos. Necesitamos tener los pies en el suelo y buscar placeres terrenales; deportes como la escalada, el senderismo, la bicicleta o la natación nos llevan a desconectar de la mente y nos recuerdan que también somos cuerpo, no solo ideas, pensamientos y razón.
Algunos de mis amigos se sorprenden de que me haya ido a vivir fuera de la ciudad, bastante lejos en realidad, pero crecí en un pueblo y me gusta la naturaleza. Por lo mismo que pagaba por un pisito en Gracia -Barcelona- alquilé una casa de dos plantas en un pueblo, con un jardín precioso y dónde quiero ver mis hijos crecer. Como ya me apasionaban las plantas, he podido montarme un pequeño huerto y los fines de semana me gusta trabajarlo: arar la tierra, quitar las malas hierbas, plantar cuando toca, abonar la tierra, regar cuando no llueve, y sobretodo trabajar la pacienca: esperar y esperar…
Trabajar la tierra me hace valorar cada plato que como, me hace sentir vivo y pensar que todo lo demás es secundario. Me alieno del trabajo, del trajín de la ciudad y del ajetreo de las compras compulsivas. Así que ahora que está tan de moda dar «10 consejos para emprendedores» o «8 errores que no deberías cometer en tiempo de crisis» yo solo recordaría una frase que leí hace tiempo:
«No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita«.
¡A empezar bien la semana!
4 Comentarios
Ets a Begues, no? Jo des que vaig arribar a Aiguafreda he sigut molt i molt feliç… i res a veure amb Vent del Plà!
Ei Urix, doncs mira com és la vida que jo si que visc a Vent del Pla 😉 Bé, en realitat és Breda, però allà visc jo… M’alegro de que les coses et vagin tant bé com veig.
Ostres, i també baixes i puges cada dia? Si és que només cal intel·ligència per ser feliç 😉
Doncs si, pujo i baixo cada dia… Agafo el tren a les 6.20 del matí, però a les 16.30 ja estic a caseta amb tota la tarda per davant.