Entre mis notas guardadas tengo un artículo sobre la forma de encarar la crisis de Toyota que me permite introducir este artículo. La empresa Japonesa ha parado su producción por un tiempo, pero los empleados no han dejado ni de cobrar ni de acudir al trabajo. Y entonces, ¿para qué íban si no podían producir? En realidad la manera de producir ha sido invertir en sus propios trabajadores a base de formación: simulacros, riesgos laborables, charlas sobre la productividad, etc. Incluso alguna planta fue pintada por los mismos trabajadores… Estas semanas han costado a la marca 50 millones de dólares de pérdidas, más la producción.
¿El Motivo de este Gasto? En Toyota saben que el mejor activo son sus trabajadores, y que cuando acaben el paro productivo, serán los mejores trabajadores de la automoción de todo Norteamérica. Además cuando vuelva la producción, seguro estarán contentos de cómo se les ha tratado e intentarán corresponder a la empresa.
Este es el caso opuesto a lo que está ocurriendo en nuestro país, y la manera de cómo algunos intentan disimular los números a base de despidos, es algo que a la larga pasará factura. Hemos visto como algunas empresas han ninguneado a sus trabajadores. ¿Acaso otros acudirán a esas empresas cuando la crisis haya pasado y busquen más personal? Porque más vale recordar que las crisis son cíclicas y las historias se repiten…
En fin, volviendo a nuestros lares, el sector Interactivo es actualmente uno de los que más mano de obra especializada necesita. Se requiere gente con altos conocimientos de programación, apasionada a la tecnología, muy pro-activos y con buenas bases de matemáticas y físicas, además de tener un alto nivel intelectual. La verdad es que cuesta reunir todas estas condiciones y además estar en este sector, de manera que los buenos profesionales van muy buscados. En mi opinión, la era de las máquinas está dando paso de nuevo a la era de la Humanidad, de la Consciencia. Se trata de tener una relación positiva con todo lo que nos rodea, de una relación de aceptación y entrega en la vida. Y las empresas no se escapan de esta evolución.
Por mucho que nos lo quieran imponer, una empresa no solo es el producto que vende, no solo es la historia que nos cuenta o para quién ha trabajado; sino quiénes la componen y cómo lo hacen. Cada uno de los implicados en la cadena tiene un valor en el todo, tiene una aportación única que permite conseguir un resultado adecuado y coherente. Se acabaron las jornadas de 14 horas, se acabaron los jefes déspotas, las rivalidades de poder y la prepotencia. Entre todos tendríamos que aceptar que todos tenemos una responsabilidad en el proceso y disfrutar de nuestra importancia para una buena empresa. Como decía mi amigo Daniel Giménez, hay que disfrutar del trabajo y amarlo como lo hacemos en otras facetas de la vida. Y hoy todavía más hay que soñar con que las cosas irán a mejor, en que juntos podemos tener otro punto de vista, y que todos tenemos nuestro papel decisivo.
Y cuánto más tarden las empresas a entenderlo, más tarde volverán a levantar cabeza.
1 comentario
Me parece una excelente medida, y mucho más solidaria que despedir a un montón de gente en cuanto los beneficios descienden (Google) o se entra en pérdidas (automoción sobre todo). Me recuerda un poco a cierta margarina que no paró de anunciarse durante la segunda guerra mundial, y que se convirtió en lider cuando la gente consiguió al fin recuperar su economía. ¿Cómo van a conseguir que los trabajadores se impliquen si la espada de Damocles bascula siempre sobre nuestras cabezas?