El paisaje de un lugar cambia a medida que lo hace su renta per cápita. En una carrera por asfaltar, florecen nuevas carreteras, gasolineras, comercios y edificios de viviendas, aunque hay un espacio que perdemos sin contemplaciones: el huerto. Antiguamente, la mayoría de casas tenían un huerto de plantas para cocinar en la puerta de la casa, y un huerto para alimentarse en la parte trasera o al costado de la vivienda. Habitualmente, el huerto era trabajado por el hombre, pero la mujer se ocupaba de las plantas medicinales y condimentarias. Cuando el huerto era una tarea exclusiva de la mujer, se convertían en un espacio lleno de flores y vida, con hortalizas variadas que ofrecían reposo, conocimiento y autosuficiencia.
Hoy en día resulta extraño ver un huerto familiar dentro de una pequeña ciudad, e imposible en una zona residencial. Consecuentemente, los jardines y la piscina ya no son un símbolo de status, ahora son imprescindibles en cualquier obra nueva. Como decía Bill Mollison, el jardín de las casas modernas es el espacio que menos aprovechamos y en el que gastamos mayor dinero en su cuidado. Un jardín es un gasto porque requiere muchos cuidados; poda de árboles y setos, cortar el césped, comprar flores de temporada, la instalación y mantenimiento de un riego, etc. Su único beneficio es su uso como lugar de encuentro social en ciertos momentos del año.
En cambio, el huerto es una inversión, un espacio en el que ganamos más de lo que invertimos. La tierra es generosa, ofrece alimento en todas las estaciones del año, paz para el estresado, ejercicio para el que lo necesita y contacto permanente con la naturaleza. El huerto permite mayor resiliencia, mayor independencia de la economía exterior y mejorar las relaciones con los vecinos. En plena crisis económica, muchas personas empiezan a cambiar su lujoso jardín por un hermoso y beneficioso huerto…
Cómo empezar
La teoría es muy bonita pero habitualmente difiere de la realidad. La permacultura puede ayudarnos con algunos principios, pero no debemos olvidar que es mejor siempre cultivar poco y de manera muy intensiva que mucho y de una manera poco intensa. ¿Cómo vas a cuidar un huerto si tus geranios mueren cada año? La transición debe ser apropiada, lenta pero sin pausa.
Un buen comienzo es buscar plantas medicinales perennes que no requieran demasiada atención, que sean fáciles de encontrar y que puedas mantener en los márgenes de tu jardín. Una salvia, una hierba luisa, un romero o una lavanda empezarán a traer los aromas a tu casa. Algunas podrás usarlas como infusión, otras para cocinar, otras para atraer vida a tu jardín, pero todas conllevarán el inicio de un proceso.
Recuerda que es mejor ir paso a paso, aprender un cultivo antes de empezar con otro, diseñar un núcleo antes de pasar a otro. Usa soluciones lentas y pequeñas antes que grandes y rápidas. No es necesario un motocultor, con una azada podrás cultivar el huerto a tu medida. Acolcha para no tener tanto trabajo y no toques nada que no sea necesario, la vida merece el respeto en todas sus formas.
Resulta muy útil observar tu comunidad y relacionarte con los vecinos que cultiven un espacio. Intercambia conocimientos, no tengas miedo de preguntar y compartir tus inseguridades. Los que cultivamos nos alegra mucho ver cómo los demás quieren aprender y ganar autosuficiencia.
No desperdicies el espacio
Cuando veo tantos jardines, entiendo por qué estamos en la situación de crisis actual. No es razonable que la gente pase hambre cuando tenemos a disposición todo el espacio que queramos. Incluso las terrazas, los balcones o ventanas son ideales para cultivar alimentos… ¡Anímate a dar el paso, convierte tu jardín en huerto y serás más feliz!
1 comentario
Buena deducción. Estamos en crisis porque hemos despreciado gran parte de nuestra tierra para deleite de nuestros ojos. Los montes se convierten en paisajes para contemplar desde una carretera o línea ferrea y los huertos en jardines. Si se levantara un tal Francesc Macià y pronunciara lo de la «caseta i l’hortet» seguramente lo devolvían a la tumba.