Cuando pienso en la producción alimentaria de nuestra granja Mas Les Vinyes, reflexiono acerca de su sostenibilidad a largo plazo. Me preocupan los fenómenos meteorológicos extremos que puedan suceder, así como la subida o bajada de temperaturas, la disponibilidad del agua, etc.
Actualmente todos nuestros sistemas agroalimentarios son extremadamente dependientes de la disponibilidad actual de materias y energía. Para producir una caloría alimentaria hacen falta de 15 a 20 calorías energéticas, la mayoría de las cuales es petróleo. No obviemos tampoco que esta producción a gran escala y de bajo coste implica una precariedad laboral extrema y normalizada, unas subvenciones para sostener los precios y una concentración de la producción que cada vez recae en menos empresas.
Creo que no hay ninguna duda que durante los próximos 20 años tendremos
- Menos acceso al agua (de lluvia o de riego por canales / pozos / embalses…)
- Menos suelo disponible (debido a la erosión, ya que perdemos 2mm de suelo fértil cada año, lo que representan 11 toneladas de tierra por hectárea CADA AÑO)
- Más deuda pública y privada, lo que implica menos crédito y más impuestos, y menos servicios y ayudas
- Petróleo más caro (atención con el combustible para sembrar y cosechar)
- Menos biodiversidad animal y vegetal (conllevará muchísimas más plagas)
- Efectos climáticos más extremos y abundantes (pérdidas regulares de cosechas)
- Mayor población y más personas desplazadas (refugiados por cambio climático), así que más bocas a alimentar y concentradas en menos espacio
- Semillas, fertilizantes y pesticidas cada vez más caros (debido al aumento del precio de la energía)
- Enfermedades de propagación mucho más veloz (más costes para el sistema sanitario)
Es difícil apostar por una transición alimentaria voluntaria de bajo coste energético. En un futuro donde la dualidad (la diferencia entre macroproductores y microproductores) será mayor, la evolución hacia cultivos de bajo coste económico vendrá impuesto por el ahogo económico, la necesidad de seguir en el mercado, inputs externos cada vez más caros y alimentos cada vez menos nutricionales.
Transgénicos como fuente diaria y aceptada para alimentarnos
Ante esta situación, el modelo agrícola convencional e intensivo apostará por los transgénicos como única manera de preservar la producción. La visión reduccionista del suelo como un sustrato para las plantas nos está llevando a pérdidas alarmantes de materia orgánica, suelos menos profundos y ecosistemas acuáticos colapsados. Los laboratorios van a tener que desarrollar tecnología vegetal capaz de soportar las nuevas condiciones meteorológicas, suelos más pobres y plagas más atroces. La producción de transgénicos será mayoritaria en los siguientes 20 años, obviando que su manejo agravará el problema a largo plazo. Justificando la necesidad de invertir en esta segunda revolución verde como única manera de asegurar nuestra alimentación, gran parte de las ayudas de las agricultoras irán hacia laboratorios y empresas de i+d del sector agrícola.
Grandes empresas distribuidoras y, próximamente, productoras de alimentos
La degradación del trabajo de la persona agricultora va a ir en aumento, con un control de los precios a la baja que obligará a integrarse en empresas privadas y piramidales, como ha pasado con la mayoría de ganaderas. Incluso me atrevo a decir que distribuidores finales como Amazon, Mercadona, etc tendrán sus propias redes de producción alimentaria, controlando desde la semilla hasta la venta. Con el objetivo de asegurar reposición de alimentos constante, ganar la «confianza» de clientes y abaratar costes de producción (fitosanitarios, etc), estos gigantes de la industria alimentaria van a ganar posiciones y a crecer como grandes empresas de producción alimentaria. Imagino que alianzas entre redes privadas de producción y de venta irán en aumento, dejando fuera de juego a muchas productoras medianas / pequeñas que no quieran integrarse.
Difícil acceso al estiércol animal, incremento de la producción de abonos químicos
Animales cada vez comiendo peor comida implicará nuevos retos sanitarios, lo que conllevará a nuevas enfermedades de transmisión y mayor control sobre el estiércol. De nuevo, con el argumento de nuestra salud alimentaria, se potenciará el uso de abonos químicos solubles, lo que conllevará a mayor desequilibrio nutricional y plagas más importantes. El ciclo de no acabar, no queremos solucionar las causas sino las consecuencias. Cada vez tenemos menos granjas sanas, de ciclos cerrados y donde se cree la propia fertilidad, y esto irá en aumento.
Mayor polarización en la producción alimentaria
Todos los factores anteriormente descritos implican mayor dificultad para las pequeñas producciones. Estos hechos irán a más, aumentando las dificultades para acceder al campo y con un relevo generacional necesario pero complicado por el precio de la tierra y la vivienda. Las producciones tecnológicas lo serán cada vez más, mientras que las pequeñas producciones verán reducidas sus capacidades de acceso a agua, estiércol, maquinaria, etc y será mucho más complicado perseverar y subsistir. Imagínate regar menos de la mitad, como ha pasado en Ciudad del Cabo, dejando morir producciones frutícolas enteras para poder ofrecer agua a la población. Empecemos a trabajar con menos recursos y más locales, identifiquemos qué tenemos a nuestro alrededor y cortemos las cadenas de suministros complejas y caras.
Nuevas redes de microgranjas para abaratar costes o servicios
Me cuesta creer en la unificación de la producción agroalimentaria. Imagino que, como ahora, tendremos personas que prioricen comidas de alto aporte nutricional, ecológicas y locales y la mayoría de la población que priorizará la comida por el precio. Ante un futuro de difícil acceso a materias, recursos y consumidoras, las redes de microgranjas que colaboren y trabajen entre sí puede ser un punto de palanca para cambiar ciertos dogmas. Compra de maquinaria conjunta, conservación de semillas global, insumos producidos según disponibilidad de recursos, trabajadores especializados comunes, venta de la producción, etc. pueden ser retos fácilmente asequibles si sabemos trabajar en conjunto. «Piensa en global, actúa en local». En España tenemos a un buen ejemplo actual con la Red de Carne de Pasto, personas ganaderas que venden productos de calidad unificando esfuerzos en la distribución y venta. Este tipo de alianzas serán imprescindibles para subsistir.
¿Y tú, cómo imaginas el futuro?
He expuesto algunas hipótesis acerca del futuro de la producción agroalimentaria mundial. Evidentemente estos hechos afectan la mayoría de las economías de los «países consumidores», porque la mayor parte del mundo todavía subsiste gracias a la pequeña producción local y de pocos recursos. Así que las más afectadas seremos nosotras, intentando sobrevivir a una población cada día más necesitada de salud y buenos alimentos. Me gustaría saber qué opinas y cómo recibes esta información, así que si te apetece deja tus comentarios.
2 Comentarios
La agricultura urbana y en las periferias de las urbes irán en aumento progresivamente. Las semillas son los huertos urbanos que se están extendiendo por nuestro país.
Las sucesivas crisis económicas harán salir de las ciudades a los pueblos poblacion que pondrá en producción huertos abandonados.
El compostaje y los estiercoles bastaran para abonar.
Estupendo articulo se valora la dedicacion y la calidad que hay detras de tus lineas . Muchas gracias por compartir