Formo parte del grupo de personas que confían en que a finales de este año 2010 el barril de petróleo supere los 3 dígitos. Tengo ganas de ver un encarecimiento de este bien tan escaso y que nos ha permitido derrochar, malgastar y explotarnos los unos a los otros. Este supuesto incremento está basado en la contínua escasez de la materia prima y en la alta demanda por parte de las nuevas potencias consumistas como son India y China. Hasta ahora, la OPEP ha mantenido el precio para compensar la bajada de demanda a consecuencia de la crisis económica. Una vez empecemos a salir de ella, el precio se disparará. Evidentemente España se verá terriblemente perjudicada, pero eso no es necesariamente malo. Requiere un cambio de consciencia pero por supuesto no una menor felicidad, sino probablemente una mayor.
Hasta ahora hemos podido viajar tanto cómo hemos querido en avión, coche y barco. Pero esto ha partido de un deseo, no una necesidad, por lo que hemos convertido el transporte en algo insostenible y nada ecológico. Por mucho que se creen nuevos medios con menores consumos, o incluso distintos tipos de combustibles, el precio exponencial que van a sufrir todas las materias (acero, plástico, cobre, etc) estará marcado por su transporte y distribución mundial.
Por otro lado, los productos cercanos van a ir ganando un terreno que no deberían haber perdido nunca. La calidad de nuestra tierra y de nuestras manos dejó de importarnos cuando pudimos explotar a poblaciones con menores derechos humanos y menos recursos. Ahora el precio del transporte incrementará tanto el valor de estos productos que su importación será más costosa que la recuperación de nuestros productos autóctonos.
Consumir menos pero de mayor calidad
Esta nueva situación nos provocará volver a comer productos de temporada, cereales de mejor calidad -por lo que también se beneficiarán los animales y a la vez su carne será mejor-, fomentar las relaciones con nuestros vecinos, trabajar más cerca de nuestras familias y mejorar la conciliación laboral-familiar, y disfrutar más de nuestros puntuales viajes.
Básicamente vamos a consumir menos pero lo haremos de mayor calidad, sabiendo que la producción es local y que nuestras acciones repercutirán en nuestros propios alimentos. Como decían ayer en un programa de Catalunya Radio, L’Ofici de Viure, es una pena que este cambio de consciencia provenga de la imposición por el incremento del precio del petróleo. Pero a grandes males, grandes remedios.
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