Hubo un tiempo en el que fumar estaba bien visto; incluso las personas que trabajaban en medicina no tenían pudor alguno en encenderse un cigarrillo durante una consulta de pediatría, ginecología o cualquier otra especialidad. Se argumentaba que fumar tenía mayores beneficios que riesgos y, consecuentemente, el alarmismo no llevaba a ninguna parte. Con el tiempo, las evidencias y el descrédito de la industria del tabaco hemos comprendido socialmente que fumar tiene un gran riesgo y que el descenso de su consumo es básico para una sociedad más sana. Desaconsejamos empezar a consumir tabaco y fácilmente sentimos compasión por alguien que no puede dejarlo.
Durante este mismo período de tiempo hemos vivido el auge de la aviación, del consumo de viajes rápidos. Las facilidades y subvenciones a las compañías aéreas han permitido coleccionar fotos para instagram que distan mucho del intercambio cultural con el que nos autoengañamos. ¿Quién renunciaría a volar un fin de semana a Londres, Lisboa, Roma o Amsterdam por poco menos de 60€? Viajes que habitualmente nos descontextualizan del lugar pero no de nuestro insaciable consumo. Un despilfarro y vorágine energética poco justificable que ha llegado a ser uno de los mayores grupos de presión sobre gobiernos e instituciones políticas, a pesar de que aproximadamente el 80% de la población mundial jamás hará uso de un avión.
La publicación del último Panel Intergobernamental del Cambio Climático ha dejado sin argumentos la mayoría de decisiones políticas que se han tomado en los últimos años. El consenso científico, tan alabado en tiempos de Covid, es total: el decrecimiento no es solo inevitable sino que, además, deberemos afrontarlo con menor disponibilidad de materiales y una mayor inestabilidad e inseguridad climática, vectores que dificultan enormemente el desarrollo de la mayoría de escenarios descritos por referentes ecofeministas y decrecentistas (Carlos Taibo, Luis González Reyes, Yayo Herrero, Jorge Riechmann, etc). Aunque en el pasado la mayoría de civilizaciones que colapsaron más tarde evolucionaron hacia una reruralización, una mayor autonomía local y mayor distribución del poder, parece complicado repetir el patrón en un mundo globalizado con tanta desigualdad de privilegios.
Pues bien, días previos a la mayor ola de calor Europea en años, la Generalitat anunciaba un preacuerdo para ampliar el Aeropuerto del Prat de Llobregat. Nadie en su sano juicio repartiría cajetillas de tabaco entre personas con una salud débil ni encerraría menores en una habitación de personas fumadoras. Potenciar y ampliar estructuras tan contaminantes y que aumentan el riesgo de la supervivencia de las siguientes generaciones nuestra generación y las que ya están aquí es un acto que no debería queda impune. Es una decisión tan irresponsable como carente de empatía. No podemos permitirnos el lujo de seguir dando alas al capitalismo en base a la destrucción de los ecosistemas y la calidad de vida de las personas.
En términos permaculturales, en una toma de decisiones solemos centrarnos en el punto de palanca que revierte una espiral de erosión en una espiral de abundancia. Ante esta emergencia también me cuestiono cuál es el punto de palanca y me inclino por dos. Por un lado responsabilizar las personas que han sido mayoritariamente votadas. Darles más información y evitar cualquier tipo de recompensa o alianza con empresas relacionadas es esencial. Si a pesar de esta información deciden seguir apostando por incrementar nuestra huella de carbono, consumir más recursos y contaminar más, entiendo que estamos hablando de crímenes que deben denunciarse.
En segundo lugar, entender que volar incrementa muchísimo nuestra huella de carbono. Que a día de hoy coger un avión es un lujo que deberíamos reservar para lo realmente necesario, para aquello que tiene que ver con mejorar el bienestar real de las personas, no el económico. Tenemos que divulgar los efectos de nuestro consumo aéreo en plena emergencia climática, y entender que coger un avión para «escaparnos» un fin de semana nos conduce más hacia un camino sin salida.
Al igual que en cierto momento decidimos advertir que Fumar Puede Matar y más tarde Fumar Mata en las cajetillas de tabaco, quizá ha llegado el momento de hacer lo mismo con las industrias que emiten mayores gases contaminantes.
Si tu tampoco estás de acuerdo con la ampliación del Aeropuerto de El Prat te invito a sumarte a la manifestación convocada por Zeroport y la Xarxa per la Justícia Climàtica.
3 Comentarios
Interesante analogía con las drogas, es muy cierto que viajar es adictivo tanto como la dopamine… Sin duda este último informe hace todavía más obvia la necesidad de decrecer. Fuerzas y ánimo con la anulación de esta absurda ampliacion
Empecemos a vivir de acuerdo a la emergencia en la que estamos ó nos estallará en la cara.
Si tú también crees que la ampliación de aeropuertos es un gran error puedes unirte a nosotr@s para exigir justicia ante la emergencia climática firmando en –> https://www.ecologistasenaccion.org/155168/